martes, 7 de agosto de 2012

La lenta muerte de los dispositivos de almacenamiento externos

Una pequeña empresa, tranquilamente, puede hacer sus backups
en un servidor externo de, por ejemplo, Google o Dropbox.


Hace unos 2 años me compré una MacBook Air que cambié por una MacBook unibody de primera hora (esas que no eran Pro como todas las que se comenzaron a vender después). Mi unibody tenía un par de puertos USB, entrada DisplayPort, Wi-Fi, Bluetooth y varios GBs de almacenamiento y RAM y todo lo que un ordenador de última generación poseía. Entre esas características se listaba una grabadora de DVD. Todo funcionaba a la perfección, quedé sorprendido con el primer producto de Apple que había adquirido y desde ese momento pensé en no volver a utilizar, al menos Windows (y digo esto porque mi paso por Linux fue tan corto que no puedo hacer un juicio de valor real). Pero no vengo a hablar de eso, sino de la grabadora.

Usé esa lectora, en los dos años que tuve el ordenador hasta que lo cambié por la Air que tengo actualmente, cinco veces. Literalmente. Todas durante el primer año. Soy periodista y escribo para vivir. Uso los dispositivos tecnológicos que tengo, en su mayoría, para escribir, ver películas, series de televisión y escuchar música. Ningún archivo es demasiado grande realmente para lo para lo que hago.

Poco a poco dejé de usar no solo la lectora, sino también los datatravelers y discos rígidos externos. Sin esos gadgets hacía algunos años no podría haber vivido. Hoy uso para almacenar mis textos Google Drive y el resto de mis archivos en Dropbox. Todavía no pago por el servicio, pero el día que se acerque el momento en el que llene el espacio gratuito lo haré sin lugar a dudas.

En un mundo donde las conexiones son cada vez más veloces, aunque realmente le falta mucho para ser ideal y como nos gustaría, almacenar un archivo de 200MB en la red y bajarlo o reproducirlo a través de streaming dependiendo de qué tipo de contenido sea es algo de lo más simple. Hace tiempo si quería transportar un archivo de texto, un video o algunas imágenes tenía sí o sí tener un pendrive o quemar un CD o DVD, dependiendo del peso. Hoy puedo subirlo en cuestión de minutos y bajarlo en menos tiempo (no, no son simétricas la mayoría de las conexiones).

Está claro que todavía falta educación al respecto. Está claro que para mi madre, que todavía tiene problemas para usar el MSN o conseguir alguna que otra información en Google, sería una locura guardar los datos en un ordenador, después sincronizarlos en otro y descargarlos. Para ella es mucho más simple transportar lo que desee en un pendrive, pero con el tiempo, como sucede con todo, la nube comenzará a ser utilizada como único medio de transmisión de archivos. Está claro que hablo para datos de usuarios hogareños. Los grandes servidores que prestan servicios seguirán necesitando lugares donde hacer sus copias de seguridad aunque, incluso, esto será solo para los más importantes que brinden servicios. Una pequeña empresa, tranquilamente, puede hacer sus backups en un servidor externo de, por ejemplo, Google o Dropbox.

Todavía falta y no solo por los usuarios, sino por las velocidades de las conexiones. Si tenemos un archivo de 2GB (podríamos decir la trilogía de El Padrino, por ejemplo), descargarla a un usuario de un hogar de Argentina, que es desde donde escribo, le tomará varios minutos en un caso ideal y varias horas en un caso mucho más real. Está claro que esto es insoportable. Sea como sea, para pequeños archivos, quien les habla dejó de utilizar los dispositivos de almacenamiento externos hace ya mucho tiempo. Si tuviera una conexión como existen en Suecia o, ahora en Kansas gracias al proyecto Google Fiber, los habría dejado de lado para siempre.


Fuente: http://gizmologia.com/2012/08/muerte-almacenamiento-externo

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